sábado, 4 de septiembre de 2021

El homo erectus, la hembra orangután y el megantereon

 


“Regreso al Edén

Territorio de Java, un millón de años atrás. El viejo homínido avanza con dificultad entre la densa vegetación del bosque tropical. Hace varias jornadas que ha perdido a su grupo. A sus cuarenta años, es esta una situación nueva para él. Tras la edad de vigor reproductivo, su vida se ha ido deslizando hacia una dependencia cada vez mayor de sus congéneres. Desorientado, se abre paso en una selva que hasta hace poco se le antojaba familiar y que ahora le resulta terriblemente extraña. Nuestro viejo homínido no sabe cómo se llama, pero dentro de un millón de años otros homínidos bautizarán a su estirpe con el nombre de Homo erectus, «el hombre que camina erguido». Sin embargo, hoy nuestro homínido a duras penas puede hacer honor a su apodo científico. Renqueante, se duele de la artrosis que afecta a buena parte de sus articulaciones y que casi no le deja caminar. De pronto, algo cae ante sus ojos. Por un momento olvida sus penurias y se detiene a observar el extraño animal peludo que acaba de desplomarse ante él. Se trata de una hembra de orangután que se revuelve sobre el suelo aullando de dolor. Hace tiempo que él y sus compañeros han fijado su atención en esos extraños fantasmas del bosque que pueblan las ramas más altas de los árboles, en zonas inaccesibles para los grandes carnívoros, mucho más seguras que el sotobosque de la selva por el que se mueven los erectus. Pero nunca hasta ahora había podido ver de cerca a uno de ellos. La hembra de orangután gime de dolor ante él, agarrando uno de sus brazos, posiblemente roto. Mira al viejo erectus como pidiendo auxilio. Los dos primates cruzan su mirada, extrañados. Durante un breve instante se reconocen. Su mirada es similar, casi se comprenden. Pero la fascinación que uno y otro se transmiten cesa súbitamente. Un ruido de ramas rotas avisa de que sus vidas corren peligro. En efecto, de entre el follaje emerge la cabeza de un Megantereon, uno de los más temibles felinos «dientes de sable» que pueblan esta parte del mundo. En un instante se abalanza sobre la pobre orangután, que apenas tiene tiempo de emitir un chillido. Horrorizado, el viejo erectus pega un salto hacia atrás y cae entre la maleza, solo para descubrir lo que ningún paleontólogo sabrá jamás, a saber, que los Megantereon siempre cazan en pareja y que un segundo felino aguarda su turno frente a él para unir el destino de ambos primates.”

Texto tomado del libro “La gran migración: La evolución humana más allá de África” escrito por Jordi Agustí y Mauricio Antón,  2013


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