Primera Parte
Jorge Luis Montiel V.
#La300
Este es un relato personal de lo
que me sucedió en parte del día y una noche en el área de urgencias del
Hospital General 49 del IMSS en la Cd. de Los Mochis, Sinaloa.
Seguramente, muchos coincidirán
conmigo que, es un privilegio contar con el servicio del seguro social, aunque,
algunas veces, la atención se vuelva una pesadilla.
Llegar al área de urgencias del conocido
nosocomio, es la primera de las pruebas donde comienza la pesadilla. Le tienes
que explicar al vigilante tú condición, ahí se entrega un formato que tiene que
presentarse ante la ventanilla donde se encuentra la sala de espera, momentos
de angustia para quienes llevan algún dolor agudo.
Luego de esperar turno, pasas con
el médico en una salita previa, luego de que el galeno te checa la presión, te
hace un diagnóstico, te valora en razón de la condición que observa y de los gritos
de dolor que lances, regresas a la salita de espera y aguardas, soportando el
dolor, a que te nombren para que pases a
otro consultorio.
Tercera etapa de la pesadilla. Te
nombran para que pases al consultorio donde otro facultativo revaloriza y te
cuestiona toda la sintomatología y llena otro formato con toda la calma que
Dios y su sapiencia hipocrática le permitan.
Cuarta etapa de la pesadilla. El
médico decide que, en base a tú dolorosa condición o según el diagnóstico que se
haga, puedes pasar al rincón de hacinamiento que funciona como antesala de todo
lo posible. Es una de las etapas previas de la estancia o recorrido del
sufrimiento para que otros médicos valoren si eres o no candidato a pasar a
otra sala de espera, otra más, para ver si te asignan cama, sólo un milagro.
Les decía que en la cuarta etapa
uno se encuentra en una especie de callejón que en sus laterales hay sillas azules
numeradas y, ahí, doblegando la dureza de esas sillas lo soportas pues en ese
lugar, enfermeras o enfermeros te aplican la solución, previa introducción de tremenda
aguja que deja colocada para el pase del medicamente correspondiente.
Ahí esperas a que reacciones o si
es necesario, te pasan a que te tomen las placas o radiografías o tomografías o
ultrasonido, según sea el caso. Vas y vienes o te llevan en camilla o silla de
ruedas según esté disponible, si acaso hay.
En ese callejón pueden suceder
dos cosas o, te estabilizan para que regreses a casa, claro, luego de las
recomendaciones médicas pertinentes, o te pasan a la siguiente antesala de
espera a seguir sentando o esperar cama, sólo un milagro pueda suceder para que
goces de ese privilegio.
En esta quinta etapa de la
pesadilla, luego de que estuviste largas horas sentado, doblado por el dolor,
volverás a otra silla y los médicos especialistas harán sus valoraciones
profesionales para que pases a piso o sigas doblado de dolor, igual, como el mártir
del Gólgota, Señor no me abandones.
En todo este recorrido del horror
hay una constante, la falta de mobiliario adecuado. No hay camas suficientes,
mucha gente que va con un riñón superinflamado, otro quebrados, algunos
destrozados de sus órganos internos, pues tendrán que esperar, SENTADOS, si
bien les va.
No hay cobijas, no hay almohadas,
no hay medicamentos suficientes o adecuados, no hay camas, no hay instrumental
apropiado para casos especiales. Los baños son un atentado a la salud. Pasar la
noche en una posición encorvada, hecho bolas, los dolores se acumulan. Cuando
es insoportable el dolor aplican morfina, bueno es me dijeron, para que te
quedes doblado del sueño.
Quiero hacer un reconocimiento a
médicos y enfermeras o enfermeros que dan lo que humanamente tienen a la mano y
lo que se les indica, pero no les alcanza. Ellos sólo hacen lo que se les prescriben,
pero, van más allá, con el trato humano y cálido, una pizca de afecto que
alcanza para todos los que sufren.
Muchos de los que ahorita se
encuentran dentro de las instalaciones del área de urgencias, esperan a que
llegue el día en que están programados para operación. Sólo les quietan el
dolor o les bajan la inflamación y en ese tiempo, por dolor y cansancio, pueden,
morir esperando.
Hago un llamado al Director
General del IMSS, Zoé Robledo, al Director de HGZ No49, Dr. Enrique Romero, al mismo Presidente de la República, Andrés
Manuel López Obrador para que resuelvan, en lo inmediato, la situación tan
deprimente que se vive dentro de las instalaciones del área de urgencias de la
49.
Al Delegado del IMSS en Sinaloa,
Samuel Lizárraga, lo invito para que se anime y se de una vueltecita, especialmente en la noche
por el área de urgencias de este lugar y se siente en esas sillas azules
numeradas y le aseguro que en unas horas asomará en su rostro dolor y
cansancio. Seguramente eso nunca lo verán mis ojos, la clase selecta de la alta
dirigencia del IMSS no pasan por el área de urgencias… #La300
Mañana, la segunda parte de otra
historia de horror de la 49 (Locos y cuerdos en un mismo lugar)…#La300demontiel
SE acabó la vocación de servicio.
ResponderEliminarPagar el Seguro Social solo te protege del embargo de tus bienes, pero no te garantiza buena atención.
Gracias por tú comentario Adonivan Reyes. Es alarmante la carencia de instrumental, camas, cobijas, limpieza o higiene. Un atentado a la seguridad.
EliminarUrge se dote de mobiliario y medicamentos a hospitales,y que los guardias que ahí están ,no tienen por qué desempeñar ,el trabajo de admisión de derechohabientes,ellos solo deben velar por el robo de medicamentos y mobiliario.
ResponderEliminarCoincidimos con su observación, gracias por sus comentarios.
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