Angela Nava Bolaños, Adolfo
Navarro Sigüenza
Miniatura del bosque soberano
y consentida del vergel y el
viento,
los campos cruza en busca del
sustento,
sin perder nunca el colmenar
lejano.
Enrique Álvarez Henao
Los polinizadores son organismos
que permiten la reproducción de las plantas al transportar el polen entre
ellas. Aunque la especie más carismática y famosa es la abeja europea (Apis
mellifera), otros grupos animales también polinizan cultivos y plantas
silvestres. Se conocen más de 200 mil especies polinizadoras, de las cuales más
de mil son animales vertebrados, aunque la gran mayoría son insectos como las
mismas abejas, las moscas, las mariposas, los escarabajos y las hormigas. Por
ejemplo, dentro de las mariposas nocturnas de la familia Sphingidae que habitan
en México, conocidas como palomillas, se han descrito 202 especies. Y dentro de
los escarabajos de la familia Nitidulidae y las moscas de las familias
Bombyliidae, Ceratopogonidae y Syrphidae también se han descrito diversas
especies en nuestro país que cumplen con el servicio ecológico de la
polinización.
Emile-Allain Séguy, Papillons,
1925
Sin lugar a dudas, las abejas son
las polinizadoras más importantes (han sido descritas más de 20555 especies de
ellas), por más que en las diferentes regiones del mundo podamos encontrar
polinizadores de casi cualquier grupo. No obstante, aún hay zonas inexploradas,
como ocurre en América Latina, y muchas especies por describir, así que es
probable que las cifras anteriores continúen en aumento.
Los
polinizadores son organismos muy importantes para la humanidad, pues de ellos
depende más del 75 por ciento de los cultivos que nos alimentan. Es cierto que
con su ausencia probablemente no se extinguiría la humanidad, ya que hay
cultivos de alimentos básicos que no dependen de la polinización animal, sino
del agua, el viento o la autopolinización —dentro de estos podemos mencionar
los cereales, el arroz, la papa, las lentejas, los garbanzos, entre otros—. No
obstante, sin polinizadores, la forma en la que nos alimentamos cambiaría
significativamente y se podría poner en riesgo nuestra seguridad alimentaria.
Muchos alimentos saludables nunca llegarían a nuestra mesa, pues la mayoría de
las frutas y algunas verduras dependen en algún grado de la polinización
animal, que incluso es indispensable para algunos frutos como el kiwi, el
melón, el cacao, la macadamia, la calabaza y la sandía. Es por eso que la
comunidad científica ha alertado sobre las consecuencias ecológicas y sociales
de la desaparición de los organismos polinizadores, cuyas poblaciones continúan
disminuyendo rápidamente.
Con
más de 2 mil especies, México es el segundo país con mayor número de abejas en
el mundo, además de que forma parte del grupo de naciones que concentra gran
parte de la diversidad de animales y plantas existentes. Sabemos que, dentro de
los vertebrados polinizadores, en nuestro territorio habitan 58 especies de
colibríes y diecisiete de murciélagos.
Al
conocer estos números, es fácil observar que, dentro del gremio de los
polinizadores, la cantidad de especies de abejas es muy superior en comparación
con las descritas para los otros grupos. Actualmente también sabemos que el
patrón de mayor diversidad de abejas se concentra en las zonas áridas y
semiáridas del norte del país, particularmente en la región de la frontera con
Estados Unidos, puesto que nuestro vecino presenta el mayor número de especies
de abejas del mundo, concentradas en su área fronteriza sur. El dato es
sorprendente, pues el patrón de biodiversidad que a menudo observamos en México
es latitudinal, es decir, que la mayor parte de las especies tienden a concentrarse
en la región sur del país; es ahí donde otros grupos de polinizadores de
México, como colibríes, murciélagos y palomillas, presentan mayor
biodiversidad.
A
pesar del beneficio ecosistémico que los organismos polinizadores nos brindan,
actualmente enfrentan amenazas que los ponen en riesgo, de las cuales muchas
son producto de la actividad humana. Es muy probable que notemos la diferencia
si hacemos un ejercicio de reflexión y comparamos la cantidad de animales
polinizadores que observábamos en nuestro entorno hace algunos años y los que
podemos observar en la actualidad. Entre las amenazas que enfrentan los
polinizadores podemos citar la pérdida y transformación de sus hábitats, el
cambio en los usos de los suelos, la contaminación, el uso de insecticidas y
agroquímicos, la introducción de especies invasoras, los cultivos genéticamente
modificados, los patógenos, las enfermedades y el cambio climático. Estos
factores han generado un peligroso declive en las poblaciones de polinizadores,
que ha sido documentado principalmente en Europa, Estados Unidos y Canadá. En
México este problema apenas comienza a ser tratado, ya que es prácticamente
nuevo y la información, a pesar de la relevancia de estos animales, aún es
escasa.
La
falta de datos hace difícil determinar cuántas especies de polinizadores se
encuentran realmente en alguna categoría de riesgo de extinción, pues la
mayoría todavía no han sido evaluadas. México cuenta con la Norma Oficial NOM
059 SEMARNAT-2010, que fue actualizada en 2019.1 Ahí se señala la protección de
veinticuatro especies de polinizadores de México, entre ellas colibríes y
murciélagos, pero resulta señalable la ausencia de datos sobre muchos de los
polinizadores invertebrados (como las abejas, abejorros y palomillas esfíngidas).
Pese a que las causas específicas que afectan a estos animales en el país están
poco documentadas, existe suficiente información general al respecto. Las
instituciones nacionales vinculadas a este tema deben crear e instrumentar
políticas públicas de protección a los polinizadores, dentro de las cuales no
podría faltar la Estrategia Nacional para la Conservación y Uso Sustentable de
Polinizadores recientemente publicada. Este documento es un primer paso para
gestionar el uso y manejo de estas especies, así como para establecer rutas de
acción que las protejan. Sin embargo, si no queremos que este documento quede
como un protocolo de buenas intenciones, es necesario que se disponga de
inversión y recursos para el cumplimiento de las metas, así como la participación
de diversos sectores poblacionales.
Lámina miscelánea no. 13, en
Elias Verhulst, Conjunto de Historia Natural, 1596-1610. Rijksmuseum
Desde el terreno científico se
han propuesto acciones puntuales para la conservación de estas especies. En
2016 Lynn V. Dicks y sus colaboradores publicaron en la revista Science una
lista de acciones a seguir para enfrentar los riesgos:2
Elevar los estándares en la
regulación de pesticidas.
Promover el manejo integrado de
plagas.
Incluir efectos indirectos y
subletales en las evaluaciones de riesgo de cultivos genéticamente modificados.
Regular el movimiento y manejo de
polinizadores.
Desarrollar incentivos fiscales y
de apoyo técnico para estimular prácticas de agricultura sustentable.
Reconocer la polinización como un
insumo agrícola en los servicios de extensión.
Apoyar sistemas agrícolas
diversificados.
Conservar y restaurar la
“infraestructura verde” (una red de hábitats entre los que los polinizadores
puedan moverse) en paisajes agrícolas y urbanos.
Desarrollar monitoreo a largo
plazo de polinizadores y polinización.
Financiar la investigación
participativa para mejorar los rendimientos en la agricultura orgánica,
diversificada y ecológicamente intensificada.
Todos
podemos ayudar desde nuestra trinchera realizando acciones que beneficien a los
polinizadores, por ejemplo, cultivando plantas nativas en la casa y el jardín,
consumiendo miel de los agricultores de la zona, comprando productos que
desarrollen prácticas agrícolas sostenibles, evitando el uso de insecticidas y
pesticidas, ayudando a mantener ecosistemas silvestres y forestales, reservando
zonas con hábitats naturales, respetando sitios de anidamiento y creando
conciencia sobre la situación que enfrentan los polinizadores entre la
comunidad y la redes del entorno familiar y social.3
Imagen de portada: Emile-Allain
Séguy, Papillons, 1925
- Es una norma “que tiene el objetivo de identificar las especies o poblaciones de flora y fauna silvestres en riesgo en nuestro país para la atención y protección correspondiente” [N. de los E]. ↩
- Ver Lynn V. Dicks, Blandina Viana et al, “Ten policies for pollinators”, Science, 2016, no. 354, pp. 975-976. Disponible aquí. [N. de los E.]. ↩
- Los autores agradecen al programa de becas posdoctorales DGAPA. ↩
Fuente: